- Vendimia.
Por todos es conocida y normalmente comienza a finales del verano o principios del otoño, en función del año meteorológico, incluso alguno de vosotros, a lo mejor, ha participado en alguna.
- Estrujado – Despalillado.
En esta fase se rompe el hollejo de la uva para que se libere el mosto y la pulpa. Además, normalmente, se realiza el denominado despalillado para eliminar el raspón y evitar malas sensaciones.
- Maceración – Fermentación.
Durante la maceración los hollejos, como hemos citado al principio, impregnan con su color al mosto al estar en contacto con él. Pero es en la fermentación cuando los antoncianos realizan plenamente su trabajo. Igualmente, durante la fermentación, se produce la magia, el mosto se convierte en vino por la acción de unos hongos microscópicos que se llaman levaduras y que inciden en el azúcar presente en el mosto y lo convierten en anhídrido carbónico y etanol.
- Etapa Post-fermentativa.
Acabada la fermentación, el azúcar disminuye y las levaduras concluyen su trabajo, cayendo al fondo del depósito y formando la mayor parte de las denominadas lías. A continuación se separa el vino de las lías en el llamado descube.
- Trasiego.
Con el vino ya descubado, se procede a trasegarlo durante los primeros meses, de un depósito a otro.
- Crianza.
Si el vino está destinado a ser un vino Joven, no pasará por esta etapa, o será mínima.
Por el contrario, si va a ser un Crianza, Reserva o Gran Reserva, se guardará en barricas durante el periodo que tenga establecido la Denominación de Origen o el enólogo de la Bodega estima conveniente. Por último se clarificará, filtrará y embotellará.
Y a partir de ahí, lo mejor sin duda, el disfrute que significa coger el sacacorchos y abrir una buena botella de vino tinto.